El espejismo del crecimiento económico
La desigualdad en la distribución del ingreso es el reto más importante a resolver para mejorar la falta de bienestar de la población mexicana.
En general, el día a día del discurso político y económico de los gobiernos mexicanos se ha centrado en la asociación directa entre crecimiento económico y bienestar de la población. Crecimiento económico medido a través del aumento sostenido en el Producto Interno Bruto (PIB). De esta forma, el buen funcionamiento de la administración del Estado es justificado bajo una buena dinámica de este indicador. No obstante, cuando en un país las condiciones de desigualdad en la distribución del ingreso son persistentes a lo largo del tiempo, como es el caso de México, entonces este tipo de discurso no va más allá de representar un espejismo de bienestar.
La desigualdad en la distribución del ingreso es suficiente para garantizar que un aumento en el ingreso generado sólo continuará concentrando este nuevo dinero en los pocos que ya lo concentran. No hay grandes argumentos técnicos por exponer aquí, el sentido común es más que suficiente para entender el problema. Ejemplo: pensemos en 100 pesos que deben repartirse entre 10 personas, pero que dada las condiciones del entorno, 80 pesos se dan a 2 personas y 20 se reparten a las 8 restantes, pensemos ahora que las condiciones del entorno no cambian y ahora debemos distribuir 10 pesos extras, estos irían 8 para 2 personas y 2 pesos repartidos entre las 8 que restan. Así la riqueza generada en un entorno de desigualdad en la distribución del ingreso solo conlleva a hacer más ricos a los ya ricos.
En consecuencia, el reto no es crecer en términos del Producto Interno Bruto (PIB), el reto es mitigar la desigualdad en la distribución del ingreso. De ocurrir, entonces habría condiciones para vincular crecimiento económico y bienestar de la población. La desigualdad de todo tipo como problema esencial en contra del desarrollo de las naciones ha sido enunciada desde hace ya varios años. Académicos, organizaciones autónomas y de cooperación internacional<sup>1</sup> han enfatizado sobre el tema y le han dado un lugar en sus agendas. Los gobiernos por su parte poco han hecho al respecto, México incluido.
México ha hecho esfuerzos enfocados en políticas re-distributivas y de mitigación de la pobreza a través de sus programas de asistencia social. Esfuerzos notables, pero que no tienen un efecto corrector en la desigualdad. Las reformas fiscales impulsadas no están hechas para buscar, de manera focalizada, la redistribución de la riqueza. Es secreto a voces lo que respecta a los privilegios de ciertos grupos de empresarios. Mismos empresarios que a cualquier intento de aumentar los salarios usan pretextos para detener dicha iniciativa, el más popular de ellos es el llamado a la productividad del mercado laboral, en esencia es producir más por hora de trabajo. Pretexto también popular entre ciertos economistas.
Los empresarios han tomado la bandera de la competitividad como base de su discurso ante cualquier intento de concientizar ante la desigualdad. Una competitividad con base en salarios bajos es la estrategia de la vergüenza.
La búsqueda de crecimiento económico en México está fundada en la idea del fortalecimiento de la competitividad ante otros países, asiáticos principalmente, la competitividad de las empresas en los distintos sectores se ha construido con una visión de precios bajos y no siempre de calidad en los productos. Ganar la inversión de las grandes empresas y su subsecuente creación de empleos envueltos en la idea del bajo coste de producción se ha convertido en la estrategia primordial del país.
No obstante, bajo una perspectiva de justicia social, la transferencia de riqueza vía los salarios es la opción más interesante. Si los empresarios son los máximos beneficiados de las condiciones de negocios imperantes en un país, pagar mejores salarios es lo justo.
Aquí entra la decisión del Estado que debe construir el primer escalón para que México avance en la generación de bienestar para su población: la fijación de salarios mínimos es un camino para redistribuir mejor la riqueza, un salario mínimo para personas con educación universitaria es vital para este efecto; el impulso de una sociedad que se distinga, no sólo por sus grandes manufacturas, sino también por su capacidad de generar tecnología, determinará en gran medida nuestro camino hacia un país desarrollado, o en caso contrario, el de mantenernos como una economía emergente que es una buena opción para las inversiones extranjeras, pero que sólo beneficia a unos cuantos.
1La Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD) ha tenido un rol muy activo en la diseminación de una agenda para priorizar en la disminución de las distintas condiciones de desigualdad que en general están afectando a las naciones: estudios y generación de indicadores de seguimiento son parte de sus lineas de trabajo sobre el tema.