Híbridos de hielo y conciencia en el arte de la ilustradora Natalie Foss

junio 15, 2018

Híbridos de hielo y conciencia en el arte de la ilustradora Natalie Foss

"The Irony" por Natalie Foss

El color despierta de la luz, la cual al choque con las gotas de lluvia se transforma en hilos elocuentes de bíblica belleza. Su intensidad como inventario de la concepción visual da a quienes la entienden la posibilidad de su regenteo artístico para crear, desde la habilidad adjudicada por la instrucción del autor, las vértebras llamativas de la obra de arte asimilada.

En esa utilización, Natalie Foss concibe hombres y mujeres que en su sonrojo palidecen en tonos de hielo, personajes en metamorfosis intelectual que, de sulfuros violetas y azules encantados, sus cabellos les han sido adornados. Todo es parte del juego de razas no terrenales. Con una misión astral la estética de sus personalidades se advierte pensativa y en convivencia con lo que no es habitual. Una ilusión que se vierte en la realidad de los argumentos imaginados, que nos escarba y conecta con virtud atenta de nuestra conciencia humana.

Con las vértebras heladas, los seres que desde su arte nos visitan, son emulaciones femeninas hechas con los pigmentos minerales de Urano. Creados desde el movimiento estructurado de los educados lápices de la ilustradora noruega, sus imágenes bailan vals con los tonos fríos del invierno de un Oslo que aún grita la virtud de Munch, y coquetean siempre, pero no cándidamente con los amarillos de la pradera acicalada por los baños de sol. Entonación visual de colores que van bien, marchando de la mano en paseo de tardes sin lluvia ni aparatos celulares.

En “The Irony”, el personaje transita por los estados de la mente de alguien que desde el espacio ha arribado al planeta donde los humanos son reyes y plaga ambiental, de primera impresión los ojos miran con la seriedad analítica del que busca entender; poco después se da paso a la reflexión de lo observado, no hay elementos para disipar los problemas: el humano derruye el planeta que en su química lo ha gestado, preso de una evolutiva tradición por la dominación, el hombre es depredador de sí mismo, y en su comportamiento de multiplicación sin control encontrará el agotamiento de los recursos. Finalmente, la viajera de lo eterno, encomendada a la salvación de los habitantes, entristece por su inalcanzable tarea de concientización.